viernes, febrero 09, 2007

Textos de fa temps. Memorias de Sudáfrica





Agosto 2002

































En el laboratorio

Es hora de revelar las fotos,
actualizar archivos,
rememorar los datos
y colocar los ratos.
Es el momento grato
para la captura viva
reciente y subjetiva
de imágenes activas,
de impresiones que suscitan.

Es hora de revelar las fotos,
que el viaje él solo se olvida,
naufraga en el mar de cada día
si sus luces no se tamizan
y los recuerdos no se guardan
entre privadas reflexiones,
certezas, dudas y negaciones.

Es hora de revelar las fotos
desde lo visto y lo ignoto,
concediendo entidad
al momento más remoto,
concediendo entidad
a la imprecisión fugaz,
concediendo entidad
a un súbito sonido
o al recuerdo imaginado.

Y del cuarto oscuro a diario
salen trozos de este poemario,
huyen a veces y se pierden,
otras fluyen ya cristalizando.
Leopardo


Ejemplar joven ahí tumbado,
tranquilo, solo, inmóvil.
Tu cama, hierba dorada,
tu techo una nube blanca,
tu porvenir, echar a andar,
camuflarte en la sabana...

Y me queda en la retina
tu porte soberano,
leopardo.









Tiritando



Tiritando por el parque
en el coche de safari.
Es de noche.
Amanece.

Aire frío en el ambiente,
atenta la mirada
intentando en la sabana
ver los animales cara a cara.
Nada.
La vista, agotada.
Las expectativas defraudadas
y la amenaza de seguir
cada día madrugando hasta el fin.

¡Vaya vacaciones!
(Otro año iré a una reserva de lirones)



Leones en el P.N. Kruger



Manada espectacular:
león, leonas, las crías.
Elegantes, tranquilos,
majestuosos felinos
que ignoran miradas ansiosas
y cámaras insidiosas.

Pisan el asfalto,
andan por el campo
sin girar la mirada
y no ven que chocamos
contra un coche de paisanos,
que prudentes se abstienen
de apearse a ver
los nefastos efectos
de tan inesperado siniestro.

Los leones, ajenos,
siguen su paseo.


Soweto



Passejant per Soweto
tard o d’hora descobreixo
que el planeta ha d’explotar
i llençar esquitxos de justícia
vers els més desfavorits
per les grans economies.

De no gaire va servir
que naixessin sent veïns
a aquell mateix carrer
dos premis Nobel de la pau,
en Mandela al capdamunt
i més avall Desmond Tutu,
que ambdós no han evitat
la misèria tribal congènita
d’aquella negra ciutat,
la misèria innecessària
d’un tros d’Humanitat.



Tots els colors a la sabana


Tots el colors a la sabana,
daurats de l’herba,
verds incipients,
grissos d’hivern
als amagatalls d’aquesta fauna:
lleopards, kudús,
impales, nyus,
les girafes, els elefants,
búfals molt grans,
lleons en clans,
zebres, rinoceronts,
els hipos d’aigua,
i una llista tant llarga
que mai s’acaba.

I la llum que ve del cel
a tothora diferent,
blau i gris i blanc
i groc i bisbe i rosa
i fosc i nata i taronja
i transparent i opac i clar
i una llista tant llarga
que mai s’acaba.

Tots els colors a la sabana,
aquell zoo a l’inrevés:
els animals en llibertat,
a les gàbies els humans.






El sol



El sol caía entero
sobre aquel largo sendero
de hierbajos a los lados
y algún árbol tipo palo.

Ancestros bosquimanos
imprimieron su evidencia
al final de aquel camino,
sobre una roca gris plomizo:
estamparon cazadores,
una jirafa y los antílopes
de un color hoy desvaído
por los siglos de intemperie.

El sol caía entero
sobre aquel largo sendero
que regamos con el sudor
de un esfuerzo placentero.


Les acàcies




Les acàcies són escombres del revés,
pentina cada una un tros de cel,
posen fites al paisatge,
i agranen el capvespre
perquè neixi el primer estel.



Capvespre



D’un tros de l’infinit
ha plogut una llum malva
que roman fins a la nit
tenyint d’ombres la muntanya.


“Break”


En Malolotja caminata
entre rastrojos invernales,
con cebras en la montaña,
y blesboks por matorrales.

Y al caer el sol
con el ocaso breve
un “break”que se agradece:
invitación a té
al calor de leña,
ver que la noche llega
y esperar sin prisa
la hora de la cena.



Cena



Por la tarde en la pradera
manada placentera;
por la noche, en la cena
asado en la cazuela.

Triste destino te elige,
animal de buena carne,
presa de felino en sus fauces,
o cocinado sobre mantel y plato
para dificultar discernir
quién es el más cruel de los seres,
si el león que mata por vivir
o el humano para lucir sus enseres.


Inquietud



Tener una inquietud
revolviéndote el cerebro.
Exponerla con acierto...
¡Qué sabia virtud
convertir tu inquietud
en una duda colectiva!
Hacer hablar al personal,
suscitar una pregunta,
poner un cebo en el anzuelo.

No afirmo nada ni lo niego,
tan sólo planteo
que exponer una inquietud
y compartirla con salero
da en la vida mucho juego.



Umfolozi, reserva del rinoceronte blanco


Se ha bañado en barro
el rinoceronte blanco,
piel coraza en gris
derivando a negro.

Cada ejemplar con su cría,
cada cría protegida.
Cada ejemplar recuperado,
que la especie se extinguía.



¡A ver ballenas!

Por un puñado de rands
avistamiento con disfraz ad hoc:
salvavidas- chaleco
y un gigante chubasquero.

El Índico, inquieto.
El cielo, cubierto.
Todo es gris incierto.
Llueve en la cara.

Remolque, barca,
rápido lanzamiento,
flote y movimiento.

Ondulatorio, vectorial,
entrópico, abyecto,
nefasto el movimiento.

Tres pingüinos (las cabezas).
El delfín (una aleta).

Sigue el baile y el avance,
el cerebro ya está en trance.
El horizonte escapa,
imposible fijar la mirada,
huye, declina, se tuerce.
Empieza la agonía moderada.


Calor en el cuerpo,
cada mano, helada,
húmeda, calada,
agarrada a la barra.
Respirar hondo.
Ascensor interior,
montacargas loco.
Respirar hondo.
Gota inmensa en un ojo.
Gota inmensa en el otro:
visibilidad reducida,
los nudillos reaccionan,
friccionan la vista a coro.

El sudor se congela.
Ola interna,
mojada y fría.

Veo el saludable aspecto de Maloti:
me hace una foto, ¡nooooo!,
-pienso- con la expresión encogida.
Veo el saludable aspecto de Eckhard;
traduce (difícil tarea) los gritos grotescos
de una guía incluida como adorno naval.

Mi naufragio es personal.

Gritos y sacudida.

¡Una ballena!
-¡Mira, la cola, la cola!
Un par de coletazos negros
golpean el agua cerca.

¡Qué pena!
Sólo contemplo mi desolación interna,
me da igual la ballena.

La barca gira, deriva, angula las olas,
cambia su rumbo, inicia el regreso a la costa.
Ingrávida hablo (grito, creo) demostrándome así
que aún estoy viva.
Fría pero viva.

Lentamente me mezo en la ondulación.
Me recupera el calor.
Me acoge el equilibrio.
Entro en el movimiento marino.
Mi cerebro vuelve a ser mío.

-¡Las focas!
Allí, en las rocas.

Y el placer de la navegación,
dejarse llevar por el mar...
subir, bajar, contemplar
desde el temple corporal
la fauna local,
este paisaje,
oler la sal,
saborearla,
beber la lluvia,
sentir las olas,
balancear...


Ahora no quiero volver:
me centro y empiezo a ver
qué estupendo paseo pudo ser
si en mi cuerpo hubiera calado el balanceo
en vez de aquel estúpido húmedo meneo
causa del esporádico ya superado vil mareo.

Arena,
desembarco,
té caliente
y a otra cosa, mariposa,
que la vida es hermosa...


Y sigue el viaje
por la autopista de peaje.



Boulder’s beach


Tres mil pingüinos okupas
en la playa de arena blanca
bajo una luz muy clara.

Ponen huevos de dos en dos,
rebuznan, y ellos y sus pollos
se pasean por nidos-hoyos
prescindiendo de nosotros.

Se bañan de vez en cuando
en grupos de cuatro en cuatro,
se despiojan con su pico
y caminan despacito
hasta las dunas de allí mismo.

Atuendo de diseño
en completo blanco y negro
digno de pasarela
aunque ellos estén fuera.

Y entre las casas del entorno en la ladera
hay jardines con proteas.



El Cap de Bona Esperança

Espai inmens
d’un blau intens,
vista circular d’oceà
horitzó llunyà.

Llengua de terra
amb far ben alçat,
testimoni de naufragis
testimoni de tempestes...
Ai! si pogués parlar.

Parking, restaurant,
souvenirs, funicular...,
parc natural humanitzat
amb micos, cloïsses gegants,
algues com neumàtics
i els antílops més australs
que ens miren flegmàtics
des de l’herba estàtics.


I com que l’esperança
sempre és bona,
quina redundància
al nom d’aquest Cap!

Què pensaven aquells navegants?

El regreso

Retomar la realidad,
Abrir los ojos reconociendo
otra vez cada rincón,
prescindir del estupor,
adivinar el contenido del buzón
y comprobarlo de inmediato,
estar ya localizable...

La fauna, palomas.
La flora, geranios.
El paisaje, urbano...

Sin biltong.

Ni avistar ballenas.
Ni oir el silencio del espacio abierto,
Ni soportar el bramar del motor.
Ni dormir en el asiento.
Ni contemplar los aloes en el semi-desierto.

Eso es retomar tu lugar.

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